¿Cuál es la relación de la nutrición con el estrés? 

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Seguro has escuchado el dicho Mente sana en cuerpo sano. Más allá de ser un refrán, esta frase contiene la clave de la salud.

Es sabido que la alimentación es muy importante para el bienestar del cuerpo. Llevar una dieta balanceada no sólo ayuda a mantener los niveles correctos de energía; también combate estados mentales negativos, como el estrés.

Si eres de las personas que se mortifica constantemente, sientes que no puede con todas sus actividades diarias y a veces te hace falta un respiro, podrías empezar por analizar tu manera de comer.

Para orientarte, en este artículo te hablaremos de la relación que existe entre nutrición y estrés, así como las consecuencias que tiene para el cuerpo ingerir cierto tipo de alimentos.

Sigue leyendo para conocer toda la información que nuestra experta Marilú González Vera, licenciada en Nutrición Clínica, nos proporcionó para ti.

¿Cuál es la importancia de la nutrición?

Para nuestra especialista, la nutrición es la ciencia que se encarga de estructurar la alimentación de las personas. Es con esta base de conocimientos que los profesionales de la salud pueden calcular las cantidades suficientes de nutrientes para el correcto funcionamiento del cuerpo humano.

Como sabes, existen diferentes etapas de desarrollo y a cada una se deben adaptar la forma de alimentarse; cada grupo de edad tiene diferentes requerimientos.

Por consiguiente, no tienen los mismos requerimientos nutricionales un niño en etapa de crecimiento y un adulto que deba prevenir o controlar enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes.

Este tema es mucho más complejo de lo que comúnmente se piensa y para poder asesorar al respecto es indispensable tener una formación especializada. Y es que son muchos los factores a considerar, entre ellos las necesidades personales de los pacientes.

¿Cómo se desarrolla el estrés con la nutrición?

Debemos de comprender que los organismos son sistemas que todo lo que los compone está ligado a algo. Por ejemplo, las emociones se relacionan directamente con la calidad de los hábitos, y la alimentación no es la excepción.

Cuando hay estrés se generan hormonas que estimulan la ansiedad. Esto repercute en nuestra manera de consumir la comida, pudiendo generar un abuso o, al contrario, a una disminución significativa de la ingesta.

Lo complicado de esta situación son las consecuencias que puede traer, como sobrepeso, obesidad, diabetes o desnutrición.

Por eso, debemos conocer y estar pendientes de nuestros hábitos alimenticios, tomar conciencia sobre los patrones de consumo que se tienen y reflexionar ante cualquier cambio, por más insignificante que parezca.

¿Cuáles son los síntomas?

El cuerpo es muy sabio, siempre pide lo que hace le falta. Pero hay que aprender a escucharlo.

Un cambio en nuestras conductas alimenticias puede ser el primer síntoma, pero mientras no aporte ninguna evidencia, será difícil de notar. Sin duda, después de un tiempo se presentará alguna de estas dos consecuencias:

I. Pérdida de peso

El estrés puede reprimir en el organismo la necesidad de comer. Incluso, se puede presentar repulsión por la comida, causando un desbalance en el cuerpo y privando al cerebro de recibir los nutrientes necesarios para trabajar correctamente. Esto sólo magnífica el malestar, así como la sensación de cansancio crónico.

II. Aumento de peso

La ansiedad puede reprimir la sensación de saciedad en el cerebro. Esto genera la necesidad de continuar comiendo de forma excesiva. Por lo general, alimentos de alto contenido calórico y poco valor nutricional. Esto genera mayor retención de líquidos, grasas y mayor trabajo para los órganos que se encargan de procesarlos.

¿Cómo se puede tratar?

La mejor manera de atender estos síntomas es asesorarse con un especialista. Es necesario acudir con un profesional que cuente con los conocimientos precisos para tratar a cada paciente de forma particular.

Existen ciertos grupos de alimentos favorables para reducir los niveles de estrés, así como otros que se deben limitar. Y es que el cerebro trabaja bajo procesos químicos que se estimulan por las emociones, alimentos, hábitos y pensamientos.

Primero se debe identificar la razón del estrés y las conductas que ocasiona, los sentimientos producidos y cómo se reflejan en los comportamientos cotidianos. Cuando se vive constantemente bajo estrés, se sobrestimula el sistema nervioso.

¿Cuáles son los alimentos recomendados?

Se recomienda disminuir el consumo de alimentos y bebidas que contengan altos grados de azúcar y calorías. Lo mejor es incorporar a la alimentación verduras y frutas, así como productos de origen natural.

A continuación te dejamos una lista de consejos para una dieta libre de estrés:

I. Incorporar aminoácidos

Estos favorecen los neurotransmisores benéficos para el cerebro. Los puedes encontrar en semillas, pistaches, almendras, nueces, etc., que son snacks ideales de media tarde: quitan la ansiedad y aportan energía de manera saludable.

II. Disminuir la cafeína

La cafeína se debe de disminuir gradualmente, porque eliminarla de forma repentina, tiene consecuencias negativas para un organismo acostumbrado a ella. Consumir cafeína produce cortisol, la hormona del estrés, por esto se debe evitar el abuso.

III. Tomar agua

El agua es indispensable para el cuerpo. Muchas veces los niveles bajos de hidratación se traducen como una sensación de hambre, pero la realidad es que basta con tomar un poco de líquidos para que desaparezca.

IV.Comer chocolate

El cacao tiene muchas propiedades benéficas para la mente y el cuerpo. No solo es un gusto, también es sumamente curativo. Al consumirlo se libera endorfina, “la hormona de la felicidad”.

Lo ideal es consumir cacao en pequeñas cantidades, y comerlo lo más natural posible.

Y así como el estrés puede generar malos hábitos alimenticios, también una alimentación inadecuada puede favorecer el estrés en el organismo. De ahí la importancia de proporcionar al organismo los nutrientes que necesita.

Mantener un buen estado de salud depende de muchos factores, y la nutrición es uno clave.

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Agradecemos nuevamente a Marilú González Vera, licenciada en Nutrición Clínica, por la información brindada para hacer posible la redacción de este artículo.

Escrito por Aliat

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